lunes, 6 de agosto de 2007

Paralelismos

Fresco, el césped paliaba el calor de la tarde de su espalda y nuca. El azaroso pasear de las nubes era su espectáculo predilecto, pues aquella tranquilidad le dejaba organizar sus pensamientos. A esa hora del día, el cielo lucía un vasto manto de celeste intenso, y alardeaba su joya, más brillante que nunca.
El pequeño de ojos claros y pelo azabache filosofaba como de costumbre, tendido en el patio de su casa: “Pasando esas nubes tiene que haber, debe haber algo más…”.
La dulce voz de su madre desenfrascó al pequeño de sus reflexiones, llamándole a comer. El niño se incorporó y corrió hacia la casa, obedeciendo tanto a su madre como a las exigencias de su vientre.

Lejos, muy, muy lejos de allí, en un planeta llamado Tierra, un niño estaba atravesando rápidamente un patio para abrazar a su madre y almorzar un delicioso plato de carne asada con papas.
06/08/07